"Imaginaos que se les anuncia, un día, a los creyentes de todas las religiones del mundo entero: "De ahora en adelante, ya no habrá más lugares de culto, ya no habrá más ceremonias, ni más clérigos, ni imágenes santas, ya no habrá nada material y exterior: vais a adorar a Dios en espíritu y en verdad". Sería el vacío para ellos, se sentirían perdidos. Sólo un ser excepcionalmente evolucionado puede encontrar en su espíritu, en su alma, el santuario en donde entrar para dirigirse al Señor, para tocar, saborear y respirar los esplendores del Cielo. Evidentemente que es deseable un ensanchamiento así de la conciencia. Para aquéllos que sean capaces de llegar hasta ahí, ya no hay límites, porque el mundo del alma y del espíritu es el más bello, el más vasto; pueden trabajar hasta el infinito para construir su futuro de hijos e hijas de Dios".
I. La estructura del universo
II. La Casa divina de pesos y medidas
III. La conexión con el centro
IV. La conquista de la cima
V. De la multiplicidad a la unidad
VI. La construcción del edificio
VII. Contemplar la verdad: Isis desvelada
VIII. El vestido de luz
IX. La piel, órgano del conocimiento
X. El perfume del jardín del Edén
XI. "En espíritu y en verdad"
XII. La imagen, simple soporte para la oración
XIII. El espíritu no está en los vestigios
XIV. Solamente encontramos a los seres en el espíritu
XV. El sol, quintaesencia de toda verdadera religión
XVI. La verdad del sol: dar
XVII. El Reino de Dios está en nosotro.
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